Don Manuel Gómez-Caraballo Córdoba
En su pueblo, todos lo conocen como El Mellao.
No hace falta decir su nombre para que aparezca una sonrisa y un gesto de respeto: son 77 años de vida, trabajo y dedicación que han dejado huella en la tierra y en las personas.
De niño, la vida no le dio margen para elegir. La escuela quedó atrás demasiado pronto y el campo se convirtió en su aula. Entre surcos, herramientas y madrugones aprendió la lección más importante: el valor del trabajo bien hecho.
Tras casarse, vivió una doble jornada como agricultor y camionero. Las horas no se contaban, solo las obligaciones. Pero la pasión por la tierra terminó ganando la batalla. Tomó una decisión arriesgada: dejar el camión y dedicarse por completo a la agricultura, no a la suya, sino a la de sus clientes. Trabajó cada parcela ajena como si fuera propia, con la misma entrega y exigencia que le han valido el respeto de todos.
Pero si algo define a El Mellao es su entrega a su familia. Junto a su mujer, ha formado un hogar donde nunca ha faltado nada. Ha hecho todo lo que ha estado en sus manos para que su hijo y su hija tuviesen la mejor educación y las mejores oportunidades, inculcándoles siempre el valor del esfuerzo, la honradez y la palabra dada. Abuelo consentidor y apasionado por sus nietos, capaz de dejar cualquier tarea para regalarles un momento de atención o una sonrisa.
Defensor de las tradiciones de Daimiel, participa en cada fiesta de la vendimia con orgullo y dedicación. Siempre en su tractor histórico, acompañado de sus nietos y con el remolque cargado de "mancheguillas".
Quienes lo conocen saben que El Mellao es mucho más que un hombre que ha trabajado la tierra. Es un amigo leal, un vecino dispuesto a ayudar sin pedir nada a cambio, un hombre de gran corazón. Es un ejemplo vivo de que con esfuerzo, pasión y honradez se pueden cumplir los sueños.
